¿A qué hora deberías desayunar y cenar? Una bióloga revela el horario ideal para el cuerpo y para mejorar tu salud intestinal
¿A qué hora deberías desayunar y cenar? Una bióloga revela el horario ideal para el cuerpo y para mejorar tu salud intestinal

¿A qué hora deberías desayunar y cenar? Una bióloga revela el horario ideal para el cuerpo y para mejorar tu salud intestinal

|02 agosto 2025

Asun González, especialista en salud digestiva y autora de 'Tú también tienes SIBO', explicó que nuestra microbiota funciona con ritmos circadianos propios, similares a los del cuerpo humano. En el pódcast 'Tiene Sentido', la bióloga señaló que el desayuno ideal sería a las nueve de la mañana y la cena a las cuatro de la tarde, un patrón que alinea la alimentación con el ritmo solar.

Una alimentación fuera de estas ventanas puede alterar el descanso microbiano. Según González, síntomas como hinchazón, gases o abdomen inflamado no son normales, sino una señal de desequilibrio intestinal conocido como SIBO.

¿Cómo afecta a tu salud intestinal comer a deshoras?

Al romper los horarios naturales de hambre y reposo de la microbiota, se interfiere con su función regeneradora. Estudios mencionan que entre el 60 % y el 80 % de la población sufre molestias digestivas persistentes, muchas veces relacionadas con este desajuste crónico.

Este desequilibrio bacteriano, SIBO, no es una infección sino crecimiento excesivo de microbios en el intestino delgado. El resultado son gases, dolor abdominal, diarrea o estreñimiento que persisten si no se corrigen hábitos.

¿Por qué desayunar a las nueve y cenar a las cuatro puede funcionar?

Según Asun González, este esquema respeta los ritmos biológicos de nuestras bacterias intestinales que, igual que nosotros, necesitan periodos de alimentación y descanso sincronizados con la luz solar. Comer más tarde de lo adecuado puede sobrecargar la digestión y dificultar la recuperación microbiana.

Desayuno

Comer más tarde de lo adecuado puede sobrecargar la digestión.

Por ese motivo, ella sugiere establecer al menos 12 horas entre la última y la primera comida del día e idealmente extenderlo a 14 o 16 horas, lo cual favorece la función metabólica y la limpieza intestinal durante la noche.

¿Qué papel juega una dieta adecuada en este enfoque?

La base del tratamiento no supone complicaciones extremas. González propone una dieta con alimentos de origen natural y baja en ultraprocesados: pescado, verduras, agua y preparaciones simples al estilo pesco-mediterráneo. Esa alimentación mejora el entorno de la microbiota sin dietas restrictivas ni menús imposibles.

El uso de probióticos y prebióticos también resulta esencial para restaurar el equilibrio, pero siempre bajo orientación profesional y combinados con un patrón alimenticio coherente con los horarios biológicos.

¿Cómo tratar el SIBO de forma efectiva?

González aclara que curar el SIBO es posible, pero no existen soluciones rápidas. Es fundamental identificar la causa del desequilibrio (antibióticos, estrés, intolerancias), recibir asesoría adecuada y adoptar rutinas sostenibles. Nada reemplaza el tratamiento integral con profesionales.

El intestino no actúa solo en la digestión: influye en el sistema inmunitario, el cerebro y la salud de la piel. Un desequilibrio microbiano puede manifestarse como fatiga, eccema o incluso anemia. Por eso, cuidar la microbiota conecta con el bienestar general.

Sibo

El SIBO tiene cura, pero no existen soluciones rápidas.

¿Por qué este cambio en tus horarios puede marcar la diferencia?

No se trata de rechazar por completo los avances modernos, sino de recuperar hábitos biológicos que benefician naturalmente nuestra digestión interna. Según González, el estilo de vida acelerado y los ultraprocesados rompen un equilibrio evolutivo que el cuerpo no puede adaptarse lo suficientemente rápido.

Sin embargo, ajustar los tiempos de comida al ciclo solar representa un paso sencillo, accesible y con impacto real en síntomas digestivos comunes. Esta propuesta no implica renunciar a la tecnología ni al estilo de vida moderno, solo realinear hábitos para convivir mejor con nuestro ecosistema interno.