Cuando uno se hace mayor, el cuerpo requiere más ayuda con los nutrientes para seguir funcionando bien y defenderse de lo que pasa naturalmente con los años. Los expertos dicen que luego de cumplir los sesenta es clave prestar atención a lo que comemos para fortalecer las defensas, conservar los huesos fuertes y prevenir dolencias serias. En esta nota te explicamos qué comidas deberías consumir menos.
Los 5 alimentos que se deben evitar después de los 65 años
1. Alimentos fritos
Los alimentos fritos son especialmente perjudiciales después de los 65 años, esto se debe a su alto contenido en grasas saturadas y sal, lo cual favorece el aumento de peso y pone en riesgo tanto el corazón como las articulaciones. Además, una dieta rica en frituras puede afectar negativamente el funcionamiento de varios órganos vitales.
2. Carne roja y embutidos
Otra recomendación importante es limitar la carne roja y las carnes procesadas como los embutidos. Su contenido elevado de grasas saturadas puede afectar la circulación sanguínea y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares o accidentes cerebrovasculares. En su lugar, se sugiere optar por proteínas vegetales como legumbres, lentejas, garbanzos o tofu, que resultan más saludables y de fácil digestión para los adultos mayores.
3. Alcohol
El consumo de alcohol también debe reducirse significativamente después de los 60 años debido a su alto contenido en azúcar y al impacto que tiene sobre el hígado, órgano que con la edad comienza a perder eficiencia. Incluso en pequeñas cantidades, puede debilitar sus funciones y dificultar la metabolización de otros nutrientes o medicamentos.
4. Azúcar
Aunque los dulces están permitidos con moderación, es importante tener cuidado con el consumo excesivo de azúcar. Se asocia a problemas graves como obesidad, diabetes e incluso Alzheimer. Pasteles, galletas y bebidas azucaradas, además de elevar los niveles de glucosa en sangre, también afectan la salud ósea, debilitando los huesos con el tiempo.
5. Sal
Finalmente, el consumo elevado de sal es especialmente peligroso para las personas mayores ya que aumenta los riesgos de hipertensión arterial, cardiopatía o accidente cerebrovascular. Esto se agrava en adultos mayores porque su organismo tiene más dificultad para regular el sodio.














