El mango, una fruta tropical con cientos de variedades en todo el mundo, no solo es delicioso, sino que está cargado de nutrientes esenciales que contribuyen significativamente al bienestar. Además, su temporada lo convierte en una opción ideal para incorporar en tu alimentación.
El mango favorece la digestión y ayuda a prevenir el acné
Uno de los beneficios más conocidos del mango está relacionado con el sistema digestivo. Gracias a su alto contenido en fibra, esta fruta ayuda a facilitar la digestión y promover un tránsito intestinal saludable. Un estudio publicado en 2021 en la revista Molecules, realizado en personas con estreñimiento, demostró que consumir 300 mg de mango al día durante un mes mejoró los síntomas digestivos.
También es una excelente fuente de vitamina C, un nutriente clave en la producción de colágeno. Esta proteína es esencial para mantener la elasticidad y firmeza de la piel, lo que ayuda a prevenir la aparición de arrugas y la pérdida de tonicidad. Investigaciones han revelado que el extracto de hoja de mango puede ser útil en el tratamiento del acné, gracias a sus propiedades antiinflamatorias y antibacterianas.
Además, entre los compuestos presentes destacan el betacaroteno, la luteína y la zeaxantina. Estos carotenoides actúan como potentes antioxidantes que protegen los ojos frente a la luz intensa y el daño oxidativo. De acuerdo con los estudios, estos compuestos ayudan a proteger tanto la retina como el cristalino, mejoran el alcance visual, reducen el malestar ocular ante luces brillantes, incrementan el contraste visual y acortan el tiempo de adaptación de los ojos cuando están expuestos al sol.
Refuerza el sistema inmunológico y previene enfermedades
El mango contiene una gran cantidad de carotenoides y polifenoles. Estos compuestos son conocidos por sus efectos antioxidantes y antiinflamatorios. El consumo frecuente de frutas ricas en carotenoides, como el mango, favorece el buen funcionamiento del sistema inmunológico y combate el envejecimiento celular.
Los polifenoles, por su parte, protegen las células del daño al ADN, lo que ayuda a reducir el riesgo de enfermedades crónicas, incluido el cáncer.
