Tras luchar por su vida durante dos meses, el senador Miguel Uribe Turbay falleció luego de haber sido víctima de un atentado a bala durante un evento en Bogotá. Los disparos, dos de ellos en la cabeza, marcaron el inicio de una investigación compleja, que no solo busca a los responsables directos, sino que también abrió una conversación profunda sobre lo que motiva la conducta criminal. El hecho fue calificado como magnicidio, y hasta ahora, seis personas han sido detenidas, entre ellas un menor de edad. Las autoridades revelaron que este joven tenía antecedentes de abandono de programas sociales y había sido identificado previamente por su alta conflictividad.
¿Cuáles son los factores psicológicos de un criminal, según expertos?
Expertos en criminología y neurociencia coinciden en que la conducta violenta no nace de un solo origen. Según la American Psychological Association (APA), los factores que moldean la mente de un criminal suelen incluir trastornos mentales, experiencias traumáticas, influencias sociales y fallos en el desarrollo emocional. Adrian Raine, neurocriminólogo de la Universidad de Pensilvania, demostró en la década de los noventa que muchos asesinos presentan una actividad reducida en la corteza prefrontal del cerebro, región que regula el autocontrol, la empatía y el juicio moral. Estos descubrimientos, reforzados por estudios más recientes como el publicado en Brain Imaging and Behavior (2019), indican que la violencia puede estar relacionada con alteraciones biológicas específicas.
¿Qué perfiles psicológicos se repiten en criminales violentos?
Entre los rasgos psicológicos más comunes en individuos que cometen crímenes violentos están la impulsividad, la carencia de empatía y una alta tolerancia al riesgo. Muchos de ellos también presentan trastornos de personalidad, como el antisocial o la psicopatía, que disminuyen su capacidad para conectar emocionalmente con los demás. Estos perfiles no siempre son fáciles de detectar a simple vista, pero se vuelven evidentes en entornos donde la violencia se convierte en una forma de vida o una herramienta de poder. El caso de alias ‘Chipi’, presunto reclutador del grupo criminal que atentó contra Uribe, evidencia cómo estos perfiles pueden operar dentro de estructuras organizadas.

Entre los rasgos psicológicos más comunes en individuos que cometen crímenes violentos están la impulsividad.
¿Qué rol juegan los traumas y el entorno en la mente criminal?
Numerosos estudios vinculan el historial de abuso infantil, la exposición constante a violencia o la negligencia parental con el desarrollo de conductas agresivas en la adultez. La psicóloga forense Julia Shaw señala que los traumas tempranos reconfiguran la forma en que una persona procesa emociones y resuelve conflictos. En contextos de pobreza, exclusión social y falta de oportunidades, estas experiencias traumáticas pueden cristalizarse en patrones delictivos. El menor implicado en el caso Uribe Turbay había sido parte de un programa educativo de paz, que abandonó por decisión propia, mostrando señales de desvinculación con los mecanismos de reintegración social.
¿Existen diferencias cerebrales entre un criminal y una persona no violenta?
Investigaciones neurológicas han demostrado que ciertos patrones cerebrales pueden predisponer al comportamiento agresivo. La reducción de materia gris en regiones asociadas con la empatía y la toma de decisiones, como la corteza orbitofrontal, es más frecuente en homicidas, según el análisis de más de 800 reclusos incluido en el estudio de 2019. Enrique Lorca, del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica de Chile, sostiene que aunque no hay deformidades físicas evidentes, sí existen disfunciones funcionales en el procesamiento emocional de personas con tendencias psicopáticas. Estas diferencias no determinan el crimen, pero sí elevan su probabilidad cuando se combinan con factores sociales y personales adversos.

Retrato de los estudios psicológicos de una persona con mente criminal.
¿Cómo interactúan los factores psicológicos de un criminal con el entorno social?
Vivir en comunidades donde la violencia se normaliza o se premia con poder y dinero distorsiona los referentes morales. La figura de alias ‘El Viejo’, otro de los involucrados en el atentado, muestra cómo la estructura criminal se apoya en redes logísticas, roles definidos y jerarquías, donde el reclutamiento de jóvenes vulnerables es una práctica común. La falta de intervención oportuna por parte de las instituciones permite que estos individuos escalen en su peligrosidad sin freno.
El caso del asesinato de Miguel Uribe Turbay es una ventana para analizar los múltiples elementos que forman el perfil de un criminal. Desde las condiciones de vida hasta la biología del cerebro, el comportamiento violento se gesta en la interacción de numerosos elementos. Comprenderlos no significa justificar, sino prevenir. El reto para la sociedad y el sistema judicial está en detectar estas señales a tiempo, intervenir en los entornos de riesgo y trabajar con un enfoque multidisciplinario que contemple tanto lo mental como lo social.