Las películas de terror son una de las formas de entretenimiento más populares. Muchas personas las disfrutan porque ofrecen una descarga de adrenalina en un entorno seguro. Sin embargo, ver este tipo de contenido no es inofensivo para todos. De acuerdo con la psicóloga clínica Cristina Martínez, consultada por el portal CuídatePlus, algunas personas pueden experimentar efectos adversos, especialmente si ya tienen antecedentes psicológicos.
Lo que pasa en tu cuerpo cuando sientes miedo ficticio
Aunque el cerebro distingue entre la ficción y la realidad, el cuerpo no siempre lo hace. La exposición a escenas perturbadoras puede generar una respuesta fisiológica intensa: aumento de la frecuencia cardíaca, tensión muscular, pupilas dilatadas y liberación de hormonas como la adrenalina y el cortisol. Esta reacción se activa mediante el sistema nervioso autónomo, tal como ocurre en situaciones reales de estrés o peligro.
¿A quiénes puede afectar más?
La reacción ante el terror depende de la edad, la personalidad y la salud mental previa. En niños y adolescentes, por ejemplo, las películas de miedo pueden generar miedos intensos, trastornos del sueño o dificultades para separar la ficción de la realidad. En adultos con trastornos de ansiedad, estrés postraumático o insomnio, estos contenidos pueden amplificar los síntomas.

En adultos, el terror puede causar trastornos de ansiedad, estrés o insomnio.
Efectos posibles del exceso de terror
Aunque la mayoría de los efectos son transitorios, hay situaciones en las que el daño puede extenderse. Entre ellos destacan:
- Pesadillas frecuentes o insomnio.
- Malestar emocional prolongado tras ver escenas perturbadoras.
- Aumento de la ansiedad en personas sensibles o vulnerables.
- Dificultad para concentrarse o relajarse luego de la exposición.
¿El cerebro sufre daños reales?
No hay evidencia científica que confirme que ver películas de terror ocasionalmente cause daños estructurales en el cerebro. Sin embargo, este tipo de contenido puede activar áreas relacionadas con el miedo y el estrés, como la amígdala y el sistema límbico. En personas con predisposición, una exposición frecuente e intensa puede agravar síntomas psicológicos existentes.
Lo que recomiendan los especialistas
Para la mayoría de adultos sanos, ver películas de terror de forma ocasional no representa un riesgo serio. Sin embargo, quienes noten efectos persistentes, como ansiedad o alteraciones del sueño, deberían moderar el consumo de este contenido o consultar con un profesional. La salud mental también se cuida eligiendo lo que se consume en pantalla.
El terror en el cine puede ser una experiencia emocionante o una fuente de malestar, según la historia personal de quien lo ve. Reconocer los efectos que nos produce es el primer paso para cuidar el bienestar emocional sin renunciar al entretenimiento.