Perú vivió entre el 15 y 16 de junio dos sismos que sacudieron la tranquilidad de la población. El primero, de magnitud 6.1, ocurrió el domingo 15 —coincidiendo con el Día del Padre— en la Provincia Constitucional del Callao y se sintió con fuerza en Lima Metropolitana. El segundo, de magnitud 4.2, se registró este lunes 16, también con epicentro en el Callao, generando nuevamente alarma entre los ciudadanos.
Ambos eventos, aunque de distinta intensidad, generaron un aumento evidente en los niveles de ansiedad colectiva. Muchas personas temen que estos movimientos sean antesala de un sismo mayor, como el que ocurrió en Pisco en 2007, y que dejó no solo un saldo trágico en pérdidas humanas y materiales, sino también secuelas invisibles: el daño emocional y el estrés postraumático que todavía afecta a miles de peruanos.
¿Qué es el estrés postraumático?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el trastorno de estrés postraumático (TEPT) puede aparecer tras vivir o presenciar un evento extremadamente aterrador o peligroso, como un sismo fuerte. Se caracteriza por síntomas como:
El trastorno de estrés postraumático (TEPT) puede aparecer tras vivir o presenciar un evento extremadamente aterrador o peligroso.
- Revivir el momento con pesadillas o recuerdos intrusivos
- Miedo constante o desproporcionado a que ocurra otro evento similar
- Hipervigilancia, insomnio y sobresaltos frecuentes
- Evitación de lugares o actividades que recuerden el suceso
- Sensación de irrealidad, tristeza profunda o desesperanza
El temor a que ocurra un sismo de gran magnitud como el de 2007 es comprensible. Las alarmas sísmicas, las noticias, los simulacros y la memoria colectiva contribuyen a que muchas personas vivan en estado de alerta constante. Sin embargo, el miedo sostenido y descontrolado puede convertirse en un problema de salud mental.
¿Cómo manejar la ansiedad tras un sismo?
Frente a los recientes eventos sísmicos y la activación del miedo colectivo, es fundamental tomar medidas para cuidar la salud mental:
- Reconocer tus emociones: sentir miedo o ansiedad es normal, pero si se vuelve incontrolable, es señal de atención.
- Evita la sobreinformación: limitar el consumo de noticias ayuda a reducir la angustia.
- Habla sobre lo que sientes: compartir tus emociones con personas cercanas ayuda a procesarlas.
- Establece rutinas calmantes: practicar ejercicios de respiración, meditación o actividades físicas suaves puede ayudarte a liberar tensión.
- Prepárate sin obsesionarte: tener un plan de emergencia reduce el miedo, pero no vivas enfocado solo en el “qué pasará”.
- Busca ayuda profesional: si los síntomas persisten por más de dos semanas, acude a un psicólogo o centro de salud mental.
Frente a los recientes eventos sísmicos y la activación del miedo colectivo, es fundamental tomar medidas para cuidar la salud mental.
Tratamiento y autocuidado
Afortunadamente, existen tratamientos eficaces y accesibles para quienes desarrollan trastorno de estrés postraumático (TEPT) luego de un desastre natural, como un sismo. Las intervenciones psicológicas basadas en evidencia son la primera opción recomendada y pueden ofrecerse de forma individual, grupal, presencial o incluso en línea.
Muchas de estas terapias ayudan a las personas a reinterpretar el trauma, manejar situaciones difíciles y enfrentar progresivamente los recuerdos o desencadenantes que generan angustia.
Entre los enfoques más efectivos destacan:
- Terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma (TCC)
- Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR)
El autocuidado emocional es fundamental para mejorar la calidad de vida y facilitar la recuperación tras un evento traumático.
Estas intervenciones, en muchos casos, incluyen técnicas de exposición controlada, donde el paciente narra o revive el evento en un ambiente seguro y terapéutico. El objetivo es reducir progresivamente la carga emocional asociada al recuerdo. Además del tratamiento profesional, el autocuidado emocional es fundamental para mejorar la calidad de vida y facilitar la recuperación. Algunas recomendaciones importantes incluyen:
- Mantener una rutina diaria lo más estable posible
- Hablar con personas de confianza sobre lo vivido, solo si se está preparado
- Evitar el consumo de alcohol y drogas, que pueden empeorar los síntomas
- Hacer ejercicio regularmente, incluso caminar
- Crear y mantener hábitos de sueño saludables
- Aplicar técnicas de manejo del estrés como la respiración profunda o la relajación muscular progresiva
