La fama puede ser un sueño para muchos, pero para algunas celebridades se convierte en una pesadilla. La constante exposición pública, la presión de mantener una imagen impecable y el acoso de los medios pueden afectar seriamente la salud mental de los famosos.
Casos como el de Britney Spears, Robin Williams y Marilyn Monroe han demostrado que la popularidad puede traer consigo una carga emocional difícil de manejar.

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El impacto de la fama en la salud mental
Diversos estudios psicológicos han evidenciado que la fama puede generar problemas como ansiedad, depresión y trastornos de personalidad. Según la Asociación Americana de Psiquiatría, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) es común en celebridades que han sido blanco constante del escrutinio público.
Britney Spears, quien estuvo bajo tutela legal durante más de una década, es un ejemplo de cómo la presión de la industria y la falta de privacidad pueden desencadenar crisis emocionales severas.
Uno de los casos más impactantes es el de Robin Williams, quien luchó en silencio con la depresión y el trastorno neurodegenerativo de cuerpos de Lewy, lo que lo llevó a quitarse la vida en 2014.
Marilyn Monroe, símbolo del glamour de Hollywood, también sufrió episodios depresivos y abuso de sustancias, presionada por la industria cinematográfica y las expectativas del público. La lista continúa con artistas como Amy Winehouse, quien padeció adicción y trastornos alimenticios hasta su trágico fallecimiento.

Durante sus últimos meses de vida, Amy Winehouse empezó a ver cómo su salud se deterioraba con rapidez. Foto: composición GLR/difusión
¿Cómo afecta la popularidad a la psique de los famosos?
Los psiquiatras coinciden en que la fama altera la percepción de la realidad y puede causar problemas de identidad. La doctora Gail Saltz, psiquiatra del Hospital Presbiteriano de Nueva York, explica que la fama extrema puede hacer que las personas pierdan el sentido de quiénes son, generando una desconexión emocional y problemas de autoestima.
La falta de privacidad y la exposición constante también pueden desencadenar fobias sociales y trastornos de ansiedad.