El Parkinson afecta a más de 10 millones de personas en el mundo, según la Parkinson’s Foundation. Pero un nuevo actor ha cobrado protagonismo en la batalla contra esta enfermedad: la proteína PINK1.
Investigaciones y estudios respaldados por The Independent han identificado que PINK1 actúa como una especie de "vigía molecular", detectando daños en las mitocondrias —las centrales energéticas de las células— y activando mecanismos de reparación.
Esta función es esencial para prevenir la acumulación de células defectuosas, una característica clave en el deterioro neuronal del Parkinson.

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Apoyo desde la investigación internacional
Un estudio de la University College London, publicado en Nature Communications, respalda que la sobreexpresión de PINK1 en modelos animales redujo la muerte neuronal y mejoró funciones motoras. Esta evidencia coincide con los hallazgos de The Michael J. Fox Foundation, que desde hace años promueve la exploración de dianas terapéuticas mitocondriales como PINK1.
Además, investigadores del Max Planck Institute for Biology of Ageing profundizaron en cómo PINK1 interactúa con la proteína Parkin, otra pieza clave en la eliminación de mitocondrias dañadas. Esta colaboración molecular podría ser la base para tratamientos neuroprotectores en fases tempranas de la enfermedad.
Desafíos y proyecciones futuras
Aunque los resultados son prometedores, expertos advierten que todavía queda un largo camino hasta que PINK1 se traduzca en un tratamiento disponible en clínicas. “El reto está en diseñar moléculas que activen específicamente esta proteína sin efectos secundarios sistémicos”, explica la doctora Helena Rojas, neurobióloga de la Universidad de Buenos Aires.

PINK1 se perfila como una nueva esperanza para el tratamiento contra el Parkinson. Foto: composición GLR/difusión
Sin embargo, el potencial es enorme. Tal como señala Cell Reports, el control mitocondrial no solo influye en el Parkinson, sino también en otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).
Un rayo de esperanza
Este descubrimiento renueva las esperanzas para millones de personas que viven con esta enfermedad crónica. Entender y aprovechar el poder de PINK1 podría significar, en el futuro, no solo detener el Parkinson, sino revertir sus efectos más debilitantes.