Abrirse emocionalmente y compartir lo que pensamos o sentimos puede ser liberador. En tiempos donde todo se suplica, desde lo que comemos hasta nuestros logros personales, la línea entre lo íntimo y lo público se ha vuelto difusa. Sin embargo, expertos en salud mental advierten que no todo debe compartirse, ni siquiera con las personas más cercanas.
Silvia Severino, psicólogo infarto-juvenil muy popular en redes sociales, ha causado revuelo con un vídeo viral donde enumera seis cosas que nunca deberías contarle a nadie. Su mensaje no es fomentar la desconfianza, sino aprender a protegerse emocionalmente en un mundo donde no todos escuchan con buenas intenciones.
¿Qué tipo de información deberías mantener en privado?

Contar tus debilidades y fracasos pueden volverse un arma en tu contra.
Severino explica que hablar de tus planes a futuro, como un emprendimiento, un ascenso o una mudanza, puede parecer inofensivo, pero muchas veces genera envidias o bloqueos inesperados. “La gente no siempre quiere verte brillar”, afirma. Por eso, recomienda esperar a que los resultados hablen por sí solos.
Lo mismo ocurre con tus debilidades y fracasos. Contarlos, incluso a personas de confianza, puede volverse un arma en tu contra. “No todos interpretan un error como aprendizaje. Algunos solo ven que fallaste”, dice Severino. Esto no significa vivir en silencio, sino elegir bien con quién hablar, cuándo y cómo. La psicóloga recalca que incluso compartir tu situación financiera, cuánto ganas y cómo lo haces, puede volverse delicado, sobre todo en círculos donde el dinero genera tensiones o comparaciones.
Saber guardar información también es autocuidado emocional

Compartir todo no siempre es sano: saber qué callar también es una forma de autocuidado emocional.
Otro punto clave, según la especialista, es no revelar tus secretos personales ni anticipar tu próximo gran paso, ya que muchas veces esas confidencias terminan mal gestionadas por quienes no saben mantener la reserva o simplemente no comprenden su importancia. La recomendación es simple: habla con quienes han demostrado ser confiables, no con quienes solo parecen cercanos.
Finalmente, Severino recuerda que saber qué decir y a quién decírselo no es ser frío ni desconfiado: es tener inteligencia emocional. Compartir sí, pero con criterio. Porque cuidar lo que se dice es también una forma de proteger tu bienestar mental y emocional.