El hígado graso se ha convertido en una de las enfermedades hepáticas más comunes en el mundo, y muchos pacientes la padecen sin saberlo. Esta afección, que ocurre cuando se acumula grasa en el hígado sin que medie el consumo excesivo de alcohol, puede pasar desapercibida durante años, pero con el tiempo derivar en daños severos si no se detecta ni trata a tiempo.

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Según los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU., existen dos formas de esta condición: el hígado graso simple, que no causa daño inflamatorio, y la esteatosis hepática no alcohólica, en la que ya existe inflamación, daño celular y riesgo de complicaciones como fibrosis o incluso cirrosis. Especialistas advierten que su aparición está fuertemente ligada al sobrepeso, la obesidad, la diabetes tipo 2 y el colesterol elevado, condiciones también frecuentes en Perú.
¿Cómo saber si tengo hígado graso?

El hígado graso suele desarrollarse sin síntomas visibles, por eso es importante hacerse chequeos periódicos si hay factores de riesgo.
Una de las mayores dificultades para detectar el hígado graso es que suele desarrollarse sin síntomas evidentes, especialmente en sus primeras etapas. De acuerdo con la American Liver Foundation, muchas veces esta enfermedad se descubre de forma casual, a través de análisis de sangre o estudios por imágenes solicitados por otras razones médicas. Algunas señales silenciosas incluyen fatiga persistente, molestias en el lado superior derecho del abdomen y niveles elevados de enzimas hepáticas, aunque estos síntomas pueden pasar desapercibidos o confundirse con otros problemas de salud comunes.
Frente a este panorama, los expertos recomiendan estar atentos a los factores de riesgo, como el sobrepeso, la diabetes tipo 2 o el colesterol elevado. En ese sentido, Adrián Rodríguez, entrenador personal, subraya la importancia de los chequeos médicos regulares: “Las personas con exceso de grasa corporal deben priorizar las revisiones frecuentes, ya que muchos casos de hígado graso solo se descubren cuando el daño ya ha avanzado”. La detección temprana y un enfoque preventivo pueden marcar una gran diferencia en la evolución de esta enfermedad.
Qué cambios en la alimentación ayudan a revertir el hígado graso

Una alimentación equilibrada, basada en vegetales, pescado y granos integrales, es clave para revertir el hígado graso.
El abordaje del hígado graso comienza con una mejora en el estilo de vida, especialmente en la alimentación. Según la Mayo Clinic, es fundamental reducir el consumo de azúcares añadidos: como los de bebidas azucaradas, jugos y productos de panadería, así como limitar las grasas saturadas y trans, ya que favorecen la acumulación de grasa en el hígado. Como alternativa, se recomienda adoptar un patrón como la dieta mediterránea, basada en vegetales, frutas, granos integrales, legumbres, pescado, aceite de oliva y frutos secos, que contribuyen a reducir la inflamación y proteger la función hepática.

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Otro punto clave es minimizar el consumo de alcohol, incluso en cantidades moderadas, dado que puede agravar el daño hepático. Además, en personas con sobrepeso u obesidad, una pérdida gradual de peso puede marcar una gran diferencia en la reducción de grasa acumulada. Tanto los Institutos Nacionales de Salud (NIH) como Harvard Health coinciden en que la clave está en adoptar hábitos sostenibles, evitando dietas extremas que podrían empeorar el estado general del organismo.