La salud mental de los adolescentes es un tema que preocupa cada vez más a nivel global, especialmente en un contexto donde la presión académica, el uso de las redes sociales y las dinámicas familiares influyen notablemente en su bienestar psicológico. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de uno de cada siete adolescentes enfrenta trastornos mentales, una realidad que representa el 13% de la carga mundial de enfermedades en este grupo etario.
Sin embargo, un hallazgo positivo emerge en medio de este panorama: la actividad física puede convertirse en una herramienta poderosa y accesible para mejorar la salud mental de los jóvenes.
Los efectos positivos del ejercicio en la salud mental

Los deportes en grupo fortalecen la autoestima y promueven habilidades sociales desde temprana edad.
Varios estudios científicos respaldan que hacer ejercicio regularmente es una de las estrategias más efectivas para reducir los síntomas de depresión, ansiedad y estrés en los adolescentes. Investigaciones publicadas en la revista BMC Public Health y Frontiers indican que la participación en programas de ejercicio físico, como deportes de equipo o actividades extraescolares, está asociada con mejoras significativas en la autoestima y la competencia social de los jóvenes. Además, no solo actúa como un mecanismo de alivio del estrés, sino que favorece la regulación emocional al liberar neurotransmisores como las endorfinas, las cuales están directamente relacionadas con el bienestar.
Por otro lado, la actividad física también fomenta el desarrollo de habilidades sociales importantes, como la cooperación y el sentido de pertenencia, fundamentales para reducir los niveles de ansiedad y depresión. Expertos como los de la Universidad de Edimburgo subrayan que los beneficios de las actividades físicas, incluso en programas moderados de intensidad, se observan especialmente en adolescentes de secundaria, siendo los varones quienes experimentan mejoras notables.
Intervenciones efectivas: tipos de ejercicio y frecuencia

La actividad física regular ayuda a reducir la ansiedad y mejora el estado de ánimo en los adolescentes.
Los estudios analizados revelan que las intervenciones de ejercicio moderado que se realizan tres o más veces por semana, con sesiones de entre 15 y 45 minutos, son las más efectivas en la mejora de la salud mental de los adolescentes. Entre los tipos de ejercicio, los aeróbicos, como el correr, nadar o montar bicicleta, son los que muestran los mejores resultados en la reducción de los síntomas negativos.
Sin embargo, otras actividades, como el entrenamiento de fuerza y las prácticas de mente-cuerpo (yoga, tai chi), también han demostrado ser útiles para la gestión del estrés y la regulación emocional. La clave, según los expertos, radica en ofrecer una variedad de opciones, de manera que los jóvenes puedan elegir la actividad que mejor se ajuste a sus intereses y necesidades.

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De esta manera, incorporar ejercicio físico en la rutina diaria de los adolescentes no solo mejora su bienestar psicológico, sino que también contribuye a fortalecer su salud física y emocional a largo plazo. En un mundo cada vez más digitalizado, donde los problemas de salud mental aumentan entre los jóvenes, promover hábitos de actividad física podría ser una de las estrategias más accesibles y eficaces para mejorar su calidad de vida.