El juez del Séptimo Juzgado de Investigación Preparatoria Nacional, Jorge Chávez Tamariz, ordenó cinco meses de prisión preventiva para el expresidente Martín Vizcarra, en medio de la investigación por los casos Lomas de Ilo y Hospital Regional de Moquegua. Tras la audiencia, el exmandatario fue detenido y el INPE decidirá en breve dónde cumplirá la medida. Este hecho genera una oportunidad para analizar las consecuencias psicológicas que puede enfrentar cualquier persona privada de libertad.
Según un análisis publicado en Psychology BMC, el encarcelamiento provoca un profundo impacto en la salud mental de los individuos. Los especialistas señalan que quienes ingresan a prisión experimentan ansiedad, despersonalización, pérdida de intimidad y una disminución significativa en la autoestima. Estos efectos surgen por la falta de control sobre sus propias vidas y la ausencia de expectativas claras hacia el futuro, creando un contexto emocional adverso para el recluso.
¿Cómo afecta la salud mental de un encarcelado la ansiedad?
La ansiedad es una de las reacciones más frecuentes en prisión y varía de acuerdo con la personalidad y situación particular del detenido. La incertidumbre sobre el proceso legal, el miedo a la violencia interna y la separación de seres queridos contribuyen a estados de tensión constante. Esta presión puede desencadenar episodios de pánico o trastornos ansiosos que requieren atención especializada.

La ansiedad es una de las reacciones más frecuentes en prisión.
¿Qué consecuencias emocionales genera la despersonalización?
El encarcelamiento reduce la identidad personal a un simple número dentro de un sistema rígido, lo que genera despersonalización. Este proceso afecta la autoestima y puede producir sentimientos de invisibilidad y rechazo social. Además, la convivencia obligatoria limita el espacio privado y la introspección, lo que dificulta la conexión con uno mismo y agrava el malestar emocional.

Este proceso afecta la autoestima .
¿Cómo la falta de control impacta en la salud mental de un encarcelado?
La imposibilidad de tomar decisiones sobre aspectos personales, familiares o sociales provoca una sensación profunda de impotencia. La ausencia de proyectos o metas más allá de la búsqueda de la libertad puede generar desmotivación y desesperanza. Estas condiciones incrementan el riesgo de desarrollar cuadros depresivos o conductas autodestructivas.

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La intervención psicológica resulta indispensable para mitigar estos efectos. Los expertos recomiendan que los centros penitenciarios implementen programas de apoyo emocional y terapias que ayuden a los presos a enfrentar la adversidad y prepararse para la reintegración social.
Finalmente, la prisión también puede agravar trastornos mentales preexistentes o desencadenar nuevos problemas, sobre todo cuando no existe atención adecuada ni acompañamiento profesional. La reinserción social se vuelve compleja si el individuo enfrenta aislamiento o falta de soporte, poniendo en riesgo su bienestar emocional y social.