En cuestión de minutos, un evento cerebrovascular puede cambiar radicalmente la vida de una persona. Sin previo aviso, un ataque al cerebro puede dejar secuelas graves o incluso causar la muerte. Lo más alarmante es que muchas veces los afectados desconocen que están en riesgo, ya sea por hipertensión no diagnosticada, malos hábitos o enfermedades silenciosas.

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Uno de los eventos más serios es el derrame cerebral, también llamado ictus o accidente cerebrovascular. Aunque se presenta con síntomas visibles, estos suelen ser confundidos o minimizados. Por ello, reconocer los signos de alerta y actuar con rapidez puede marcar la diferencia entre una recuperación favorable y una discapacidad permanente.
¿Qué es un derrame cerebral y cómo se diferencia del infarto cerebral?
Un accidente cerebrovascular ocurre cuando se interrumpe el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro. Esta alteración puede presentarse de dos formas: como una isquemia cerebral (cuando una arteria se obstruye) o como una hemorragia cerebral, más conocida como derrame cerebral, que ocurre cuando una arteria se rompe y la sangre invade el tejido cerebral.

La detección temprana de un derrame cerebral puede salvar vidas.
Ambos tipos tienen consecuencias graves, pero mecanismos distintos. En el infarto, el tejido cerebral muere por falta de oxígeno. En el derrame, la sangre fuera de los vasos causa presión y daño a las células. Aunque sus causas son similares (como la hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo o arritmias), el abordaje y pronóstico pueden variar. Según el neurólogo Felipe Carrillo de la Clínica Stella Maris, estas condiciones ya no afectan solo a personas mayores, sino también a jóvenes con factores de riesgo no controlados.
Factores que aumentan el riesgo de sufrir un ictus cerebral
Cada vez más casos de infarto o derrame cerebral en jóvenes están siendo reportados, algo preocupante y asociado a enfermedades silenciosas. La presión alta, el colesterol elevado, la obesidad, el insomnio crónico o la apnea del sueño son algunos de los detonantes que deterioran la salud cardiovascular incluso antes de los 40 años.
Dormir mal, roncar o padecer apnea también puede influir negativamente en el control de la glucosa e insulina, dificultando la pérdida de peso y alterando el sistema nervioso. El Dr. Carrillo, señala que el insomnio debe ser tomado como un verdadero factor de riesgo cardiovascular, y en personas jóvenes con presión alta o arritmias, debe considerarse un signo de alerta para prevenir complicaciones mayores.

El insomnio y la hipertensión no controlada son factores de riesgo frecuentes en personas jóvenes.
Síntomas de alerta de un derrame cerebral
Detectar los síntomas de un derrame cerebral a tiempo es fundamental para evitar daños irreversibles. Algunos de los signos más comunes incluyen:
- Dificultades motoras: pérdida repentina de fuerza en un brazo o pierna, asimetría facial o dificultad para hablar.
- Problemas sensoriales: adormecimiento o debilidad momentánea en alguna extremidad.
- Síntomas atípicos: zumbidos en los oídos, pérdida repentina de audición o visión borrosa.
Cuando varios de estos síntomas ocurren de forma simultánea, es muy probable que se trate de un ictus cerebral. El Dr. Carrillo destaca que, en muchos casos, el daño se ubica en zonas irrigadas por la arteria cerebral media, responsable del control motor, por lo que una reacción rápida es clave.
¿Qué hacer ante un posible derrame cerebral?

La atención médica inmediata ante signos como asimetría facial o dificultad para hablar es fundamental.
Frente a cualquiera de estos síntomas, especialmente si hay factores de riesgo previos, es vital acudir de inmediato a un centro médico. Cada minuto cuenta, ya que el tiempo que transcurre entre el inicio del evento y el tratamiento define la magnitud del daño cerebral.
La mejor prevención es mantener hábitos de vida saludables, controlar la presión arterial, acudir a chequeos médicos frecuentes y no ignorar alteraciones en el sueño o en la energía diaria. Como bien dice el Dr. Carrillo: “Si eres joven y tienes presión alta, hay que investigar más a fondo. El cuerpo avisa, y no debemos esperar a que sea demasiado tarde”.