De acuerdo con la Sociedad Europea de Sida (EACS), reconocer los primeros signos de lipodistrofia permite intervenir a tiempo con estrategias médicas y nutricionales. El estudio cubano publicado en Revista Cubana de Endocrinología (2018) señala que la medición de pliegues cutáneos, perímetros corporales y análisis bioquímicos son herramientas útiles para identificar el síndrome en etapas iniciales.

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Prevención, tratamiento y vida saludable
Adoptar una vida saludable con ejercicio físico regular, dieta balanceada y revisión periódica con especialistas puede ayudar a mitigar los efectos de la lipodistrofia. En algunos casos, los médicos pueden modificar el esquema antirretroviral o recomendar tratamientos estéticos complementarios.
La guía “Primer on the Rheumatic Disease” también destaca la importancia del acompañamiento psicológico frente a los cambios físicos asociados al VIH.

Recuerda siempre consultar con un experto antes de un tratamiento contra una enfermedad. Foto: composición GLR/difusión

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¿Puedo llevar una vida saludable con lipodistrofia?
Es completamente posible llevar una vida saludable con lipodistrofia si se cuenta con un manejo médico adecuado y cambios en el estilo de vida.
Según el National Institutes of Health (NIH) y las guías de la European AIDS Clinical Society (EACS), el tratamiento personalizado del VIH, junto con una alimentación equilibrada, actividad física regular y seguimiento clínico, puede reducir los efectos visibles y metabólicos de esta condición. El enfoque integral permite mantener la adherencia al tratamiento antirretroviral y mejorar la autoestima y el bienestar emocional.
Estudios publicados en la Revista Cubana de Endocrinología y en la Revista Colombiana de Reumatología también destacan la importancia del acompañamiento psicológico, ya que los cambios en la imagen corporal pueden afectar la calidad de vida.
Al implementar rutinas de ejercicio —especialmente entrenamiento de fuerza y cardiovascular— y controlar factores de riesgo como el colesterol o la glucosa, se logra un estado general de salud favorable. La clave está en una intervención temprana, educación continua y atención médica centrada en la persona.