Cada vez más hogares incluyen el pescado como parte de su dieta habitual, ya sea por su sabor, su facilidad para cocinarlo o sus propiedades saludables. Sin embargo, detrás de su apariencia, existe un pescado que puede esconder un riesgo poco conocido: puede albergar hasta 70 parásitos en su organismo, especialmente cuando vive cerca de mamíferos marinos durante su etapa juvenil, donde se mantiene activo el ciclo de estos organismos.
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Uno de los casos más notorios es el del salmón, un pescado muy consumido que en su versión de criadero presenta riesgos adicionales. Gran parte del salmón que llega a la mesa proviene de piscifactorías, ambientes artificiales donde se le alimenta con piensos industriales y se emplean productos químicos como antibióticos y pesticidas. Según un estudio publicado en PubMed, estos peces pueden contener residuos de dichos compuestos en sus tejidos, lo que ha generado preocupación entre profesionales de la salud.
¿Qué tan seguros son los salmones de piscifactoría?
Los salmones reciben una alimentación basada en harinas procesadas y se les aplica una variedad de compuestos químicos para prevenir infecciones.
Las condiciones en las que se crían estos peces distan mucho de ser naturales. En las piscifactorías, los salmones reciben una alimentación basada en harinas procesadas y se les aplica una variedad de compuestos químicos para prevenir infecciones. Estas sustancias, aunque necesarias para el mantenimiento del cultivo, pueden acumularse en los tejidos del pescado y, eventualmente, afectar a quienes lo consumen.
De hecho, el uso de equipos especiales por parte de los operarios de estos centros revela el nivel de toxicidad de algunos productos empleados. Aunque el objetivo es garantizar peces saludables, la realidad es que muchos de estos elementos pueden tener un impacto negativo en el organismo humano si se consumen de manera habitual.
Salmón salvaje vs. de criadero: ¿cuál conviene más?
Es fundamental aprender a distinguir entre el salmón salvaje y el de cultivo.
Es fundamental aprender a distinguir entre el salmón salvaje y el de cultivo. El primero se desarrolla en su entorno natural y mantiene un perfil nutricional más equilibrado, con menos grasas nocivas y menos riesgo de contener residuos químicos. Por el contrario, el salmón de criadero suele tener más calorías (212 por cada 100 gramos frente a 115 del salvaje) y una mayor proporción de grasa.
A pesar de sus beneficios, como el alto contenido de Omega 3, muchos expertos recomiendan limitar el consumo de salmón de piscifactoría o, incluso, sustituirlo por opciones más seguras como las sardinas. Estos peces también aportan ácidos grasos esenciales sin los riesgos asociados al cultivo intensivo.
