Pocos rituales son tan universales como el de beber una taza de té. Pero detrás de cada sorbo se esconde una historia milenaria que comenzó, según la leyenda, en China alrededor del año 2737 a.C. Fue el emperador Shen Nong quien, por accidente, descubrió el té cuando unas hojas cayeron en su agua caliente.
Así lo recoge un artículo de National Geographic, que explora el origen del té como una de las bebidas más antiguas y culturalmente significativas del planeta.

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De medicina a símbolo de bienestar
Lo que comenzó como un remedio natural se convirtió, con el tiempo, en un símbolo de hospitalidad, paz y bienestar. En la antigua China, el té se usaba con fines medicinales, gracias a sus propiedades antioxidantes y digestivas. Posteriormente, se integró en rituales espirituales y culturales, como la ceremonia del té japonesa (chanoyu), que enfatiza la armonía, el respeto y la tranquilidad.
Actualmente, estudios avalan que ciertos tipos de té —como el verde, el blanco o el oolong— pueden aportar beneficios a la salud, como mejorar la digestión, ayudar en el control de peso y reducir el estrés oxidativo, según nutricionistas y publicaciones científicas.
Una bebida, muchos tipos y tradiciones
Según la guía especializada de Tea Shop, todos los tés provienen de la planta Camellia sinensis. Las diferencias entre el té verde, negro, blanco, rojo (pu-erh) y oolong dependen del proceso de oxidación, fermentación y secado.
Cada cultura lo ha adaptado a su forma de vida: en India, con especias (chai); en Reino Unido, acompañado de leche y galletas; y en Marruecos, con hierbabuena y azúcar.

Descubre al té en sus múltiples presentaciones. Foto: composición GLR/difusión

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Una herencia que perdura taza a taza
Lejos de desaparecer, el té sigue ganando protagonismo. Más allá de su sabor o aroma, es una experiencia. Una conexión con lo ancestral y una pausa para el cuerpo y la mente en tiempos acelerados. El origen del té no es solo una historia lejana, sino una tradición viva que sigue llenando de bienestar cada rincón del mundo.