En los últimos años, la meditación ha pasado de ser una práctica contemplativa marginal a consolidarse como un recurso avalado por la ciencia para mejorar la salud integral. Diversos especialistas coinciden en que su impacto abarca desde el alivio del estrés hasta la transformación profunda del estado emocional y mental. No es casual que cada vez más personas recurran a ella como una forma de equilibrar su vida en medio del ritmo acelerado contemporáneo.
Una de las voces referentes en este ámbito es la de la doctora Solange Gerona, médica y experta en desarrollo de conciencia, quien lidera la Escuela de Vida en Uruguay. Según Gerona, “meditar no solo ayuda a recuperar el bienestar emocional, sino que permite comprender cómo nuestras creencias y patrones mentales influyen en la forma en que vivimos y nos relacionamos”. Su enfoque combina el conocimiento médico con prácticas ancestrales, resaltando la eficacia de esta herramienta tanto en lo físico como en lo espiritual.
Un puente entre ciencia y espiritualidad

La meditación, practicada a diario, puede generar cambios físicos y emocionales profundos, según especialistas.
Lo más interesante de la meditación es su capacidad para unir dos dimensiones tradicionalmente vistas como opuestas: la ciencia y la espiritualidad. Expertos en meditación, como Gerona, explican que prácticas como la respiración consciente y la atención plena activan zonas del cerebro vinculadas con la calma, la empatía y la toma de decisiones. Esto no solo favorece la salud mental, sino también una mejor calidad de vida.
Estudios respaldan que incorporar esta práctica puede reducir la presión arterial, mejorar la concentración, aliviar la ansiedad y favorecer un descanso reparador. A la vez, desde una mirada espiritual, ayuda a reconectar con uno mismo, a cultivar el silencio interior y a vivir con mayor autenticidad. Así, la meditación se posiciona como una práctica transformadora que responde tanto a las necesidades emocionales como a los desafíos físicos del día a día.
Transformación interior con base científica

El silencio y la introspección son claves en la meditación para cultivar atención plena y equilibrio emocional.
Uno de los aportes más valiosos de la meditación es su potencial para generar cambios sostenibles desde lo interno. Expertos coinciden en que la práctica regular permite identificar patrones de pensamiento limitantes, gestionar emociones intensas y fomentar una relación más compasiva con uno mismo. Gerona sostiene que este proceso puede derivar en “un fortalecimiento de la autoestima, una mayor claridad emocional y una vida más consciente”.
Incorporar sesiones breves de meditación a la rutina diaria, incluso de apenas unos minutos, puede tener efectos acumulativos positivos. Ya sea a través de encuentros guiados, cursos estructurados o simplemente con respiración consciente, meditar se convierte en un acto de autocuidado. En un mundo cada vez más desconectado, esta práctica ofrece un espacio de retorno a lo esencial: el equilibrio entre cuerpo, mente y emociones.