Una de las preguntas más frecuentes entre quienes inician una rutina de ejercicios es: “¿Tendré más hambre después de entrenar?”. La respuesta no es tan simple. Aunque el cuerpo gasta energía durante la actividad física, diversos estudios indican que el apetito no siempre aumenta, y en algunos casos incluso se reduce temporalmente.
El ejercicio reduce la ansiedad y regula el hambre
Un artículo publicado por ABC cita un estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBERobn) que concluye que combinar dieta con actividad física regular puede reducir hasta en un 60% los niveles de ansiedad. Menos ansiedad se traduce, en muchos casos, en menos “hambre emocional” o comer por impulso.
De hecho, algunos entrenadores como los de la Clínica Feel Good explican que tras una sesión intensa de cardio o fuerza, muchas personas experimentan una supresión del apetito inmediata, debido a la alteración temporal de hormonas como la grelina (hormona del hambre).

Controlar tu alimentación te ayudará a mejorar los resultados de la actividad física. Foto: GLR
El hambre depende del tipo de ejercicio y del cuerpo
El Dr. Scott Lear, cardiólogo y autor del blog Health and Fitness for Life, señala que el efecto del ejercicio sobre el hambre varía según la intensidad, duración y cada metabolismo. Actividades intensas como correr o nadar pueden inhibir el apetito por unas horas, mientras que ejercicios suaves como caminar podrían tener el efecto contrario.
También influye el horario de la rutina: entrenar por la mañana podría generar más apetito al mediodía, pero hacerlo por la tarde podría equilibrar el hambre nocturna.
Escuchar al cuerpo es la clave
Lo más importante, según nutricionistas y entrenadores, es no saltarse comidas ni comer en exceso por “compensar” el ejercicio. Lo ideal es reponer energía con alimentos ricos en proteína, vegetales y carbohidratos saludables. Escuchar el cuerpo y respetar las señales de hambre reales es fundamental para mantener una relación sana con la comida.