Cada día, millones de personas introducen hisopos de algodón en sus oídos creyendo que están cuidando su higiene. Sin embargo, los especialistas coinciden: este hábito puede ser más perjudicial que útil. La American Academy of Otolaryngology, Head and Neck Surgery desaconseja por completo introducir objetos en el canal auditivo.
Según la otorrinolaringóloga Tonia L. Farmer, conocida en redes por su cuenta @drnosebest, los hisopos están diseñados para uso externo. Utilizarlos dentro del oído puede empujar la cera hacia adentro, obstruir el canal e incluso perforar el tímpano.
¿Sabías que miles de niños terminan en urgencias por hisopos?
Un estudio del Nationwide Children’s Hospital en EE. UU. reveló que cada año, más de 12.500 menores sufren lesiones en los oídos por el uso de hisopos. Las cifras alarman: el 73% de estos casos ocurrieron durante intentos de limpieza. La revista Journal of Pediatrics publicó que estas lesiones incluyen rasguños, infecciones e incluso roturas del tímpano. La manipulación del canal auditivo en niños y adultos mayores, cuyos oídos son más delicados, representa un riesgo mayor.
El cerumen no es suciedad, es protección
Aunque muchos lo ven como algo molesto, el cerumen cumple una función esencial. Según el doctor Bruce Stewart, de la Universidad de Medicina de Arizona, esta sustancia actúa como una barrera natural que protege contra bacterias, polvo y hasta insectos. También mantiene la humedad del canal auditivo. Al intentar eliminarla, no solo se pierde esta defensa natural, sino que se corre el riesgo de resecar la piel interna y provocar eccemas.
¿Qué sucede cuando usas hisopos con frecuencia?
Lejos de limpiar, los hisopos tienden a compactar la cera, formando tapones que pueden causar dolor, pérdida de audición y zumbidos. Además, al empujar el cerumen hacia el fondo, se incrementa la posibilidad de infecciones, que en ocasiones requieren antibióticos o intervención quirúrgica. Stewart advierte que un canal seco o herido se vuelve mucho más vulnerable a complicaciones severas.

Los hisopos tienden a compactar la cera, formando tapones que pueden causar dolor.
Entonces, ¿cómo se deben limpiar los oídos?
La respuesta es simple, no se deben limpiar por dentro. Los expertos recomiendan retirar únicamente la cera visible con un paño húmedo. En caso de acumulación excesiva, pueden utilizarse gotas ablandadoras o enjuagues suaves, siempre con supervisión médica. Si persiste la molestia, debe consultarse a un otorrinolaringólogo, quien empleará técnicas seguras como irrigación controlada o instrumentos especializados.

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Velas auriculares y succión: ¿alternativas peligrosas?
En redes sociales circulan supuestos métodos caseros para limpiar los oídos, como las velas auriculares o dispositivos de succión. Sin embargo, Stewart afirma que no existe evidencia científica que respalde estos procedimientos. “Es más probable que causen quemaduras o lesiones graves”, asegura. Por eso, ningún objeto no homologado debe acercarse al canal auditivo.
La mejor forma de proteger la salud auditiva es adoptar rutinas seguras. Evitar los hisopos, reducir la exposición al ruido fuerte, secar con cuidado tras la ducha y acudir al especialista ante cualquier molestia son prácticas que marcan la diferencia. “No introduzca nada más pequeño que su codo en el oído”, repiten los otorrinolaringólogos. A veces, lo más simple es también lo más sabio.