El testimonio reciente de Jean Paul Santa María, en el que revela el rechazo que Angie Jibaja sufre por parte de su hijo, ha reavivado una conversación urgente y profunda: cómo la salud mental de los padres influye directamente en el desarrollo emocional de sus hijos. Más allá de la exposición mediática, este caso refleja una realidad que atraviesan muchas familias: cuando los adultos no reciben el acompañamiento psicológico adecuado, sus heridas emocionales pueden trasladarse a la crianza, afectando el vínculo y el bienestar de los más pequeños.

PUEDES VER: Inteligencia artificial para hablar con tu mascota: la nueva vía de comunicación entre especies
Según especialistas de Psicología y Mente, cuando uno o ambos padres presentan conductas erráticas, no solo generan un ambiente de inseguridad en su entorno, sino también un estado de miedo constante en sus hijos. Por ello, es importante que los adultos tomen conciencia del impacto emocional que sus comportamientos pueden tener en los menores y busquen orientación profesional si es necesario. Fomentar un entorno estable y emocionalmente seguro no solo favorece el bienestar infantil, sino que también permite a los padres conocerse mejor a sí mismos, identificar patrones nocivos y avanzar hacia una crianza más consciente y empática.
Cómo la salud mental de los padres impacta en los hijos
Los niños que crecen en hogares donde uno o ambos padres son alcohólicos o consumidores de drogas enfrentan serios desafíos emocionales y psicológicos desde edades tempranas. La inestabilidad del entorno, marcada por conductas impredecibles y volátiles, genera en ellos sentimientos persistentes de inseguridad, miedo y ansiedad. Según expertos, la ausencia de una figura parental estable puede afectar su capacidad de establecer vínculos seguros, generando problemas de apego que condicionan sus relaciones personales en el futuro. A menudo desarrollan síntomas como depresión, baja autoestima y estrés crónico, alimentados por un ambiente donde la negligencia y el abuso no son inusuales.

Cuando uno o ambos padres presentan conductas erráticas, no solo generan un ambiente de inseguridad en su entorno, sino también un estado de miedo constante en sus hijos.
En el ámbito educativo y social, el impacto también es profundo. Estos niños suelen presentar dificultades de concentración, bajo rendimiento escolar y escasa motivación académica, en parte por la falta de supervisión y apoyo en casa. Además, viven con el peso del estigma y la vergüenza, lo que limita su participación social y puede llevarlos al aislamiento. La combinación de factores emocionales, cognitivos y sociales coloca a estos menores en una situación de alta vulnerabilidad, con consecuencias que pueden extenderse hasta la adultez si no reciben una intervención oportuna.
Los roles se invierten
Karla Quiroga, psicóloga especializada en sanación de heridas emocionales, explica que los padres deberían ser una figura de contención y un refugio seguro para sus hijos. No obstante, cuando los niños perciben a sus progenitores como vulnerables o desbordados, su mundo emocional se ve alterado. En muchos casos, se sienten obligados a asumir un rol que no les corresponde: el de adultos que deben encargarse de la situación, sostener el equilibrio familiar y cargar con responsabilidades que deberían recaer en los padres. Esta dinámica puede generar un profundo desgaste emocional desde edades muy tempranas.
Cómo el bienestar emocional de los padres afecta la relación con sus hijos
El caso de Angie Jibaja pone en evidencia cómo las heridas personales no resueltas y la adicción pueden afectar profúndamente la relación con los niños. Cuando lo adultos no demuestran ser un espacio seguro, no procesan sus dificultades y se cierran al apoyo, los problemas de salud mental se trasladan al núcleo familiar, generando inseguridad, miedo y, en algunos casos, el distanciamiento afectivo, como los hijos de la ex modelo manifestaron a través de su padre, señala la experta.

PUEDES VER: ¿Cuántas veces hay que meditar para notar sus grandes beneficios? Esto dice una especialista
No obstante, para revertir este ciclo y fomentar un vínculo sano, es recomendable que los progenitores busquen ayuda profesional y construyan un entorno emocional estable que permita que los niños puedan crecer con la atención y el amor que necesitan.