Aunque para muchas personas el helado es sinónimo de placer y verano, en el ámbito médico ha cobrado un nuevo significado. En especial para quienes enfrentan tratamientos oncológicos, este alimento puede representar mucho más que un gusto: se convierte en una herramienta para sobrellevar los efectos secundarios del cáncer, señalan los expertos.
Durante la quimioterapia o radioterapia, mantener una buena alimentación puede volverse un verdadero desafío. Náuseas, pérdida de apetito, alteraciones en el gusto e incluso llagas en la boca (mucositis) dificultan la ingesta normal de alimentos. Frente a ello, el helado y el cáncer han encontrado un punto de encuentro beneficioso que sorprende incluso a algunos pacientes.
¿Por qué el helado puede ser útil durante el cáncer?

Una de las ventajas del helado es su capacidad para estimular el apetito en personas que lo han perdido a causa del tratamiento para el cáncer.
Especialistas de la Clínica Universidad de Navarra destacan que una de las ventajas del helado es su capacidad para estimular el apetito en personas que lo han perdido a causa del tratamiento. Su textura suave, sabor agradable y facilidad para ser ingerido lo hacen especialmente adecuado en estas circunstancias. Además, su densidad calórica permite aportar energía en pequeñas cantidades, lo cual es clave para quienes experimentan pérdida de peso involuntaria o dificultades para mantener la masa muscular.
No se trata solo de comer helado por placer, sino de hacerlo estratégicamente: versiones enriquecidas con proteínas o combinadas con frutas, yogur o frutos secos pueden sumar valor nutricional a la dieta de los pacientes. Así, la alimentación en pacientes con cáncer no tiene por qué ser monótona ni carente de sabor.
Alivio para la sequedad bucal y la mucositis

El helado, además de ser un alimento reconfortante, puede aliviar síntomas comunes en pacientes oncológicos como la sequedad bucal o la pérdida de apetito.
Otro de los beneficios reconocidos del helado está relacionado con la xerostomía o sequedad bucal, un síntoma común en quienes reciben tratamientos en la zona de cabeza y cuello. El frío del helado puede ayudar a aliviar temporalmente esta molestia, estimulando la producción de saliva y haciendo más llevadera la ingestión de otros alimentos. Además, en casos de mucositis, su temperatura baja puede contribuir a reducir la inflamación y el dolor.

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Sin embargo, es importante recordar que no todos los pacientes pueden consumirlo sin precaución. Quienes presentan defensas bajas, como en casos de neutropenia, deben optar por helados industriales que cumplan con normas de higiene y seguridad, evitando versiones caseras que puedan representar un riesgo microbiológico. La clave, como siempre, está en la moderación y en el acompañamiento de un nutricionista especializado.