En el mundo de las carnes magras, el pollo bajo en grasa es uno de los favoritos para quienes cuidan su alimentación. Pero al momento de elegir entre pecho o pierna, la decisión puede marcar una gran diferencia nutricional. Aunque ambas partes tienen beneficios, los expertos coinciden en que la pechuga ofrece ventajas clave, especialmente cuando se busca una dieta rica en proteínas y baja en grasas saturadas.
Elegir la parte más saludable del pollo puede ayudar no solo a mantener un peso saludable, sino también a proteger la salud del corazón, mejorar el rendimiento físico y aportar nutrientes esenciales. A continuación, exploramos por qué la pechuga sobresale, qué otros aportes ofrece y cómo incorporarla a tu dieta sin perder sabor ni variedad.
La parte del pollo con más proteínas
Según Dave Bridges, bioquímico y profesor asociado de ciencias de la nutrición en la Universidad de Michigan, cuando se trata del contenido proteico, el pecho de pollo lidera con comodidad. Una porción de 95 gramos sin piel puede ofrecer hasta 32 gramos de proteínas, superando incluso a otras carnes magras como el salmón. Esto convierte al pollo en una excelente opción para quienes buscan construir masa muscular, recuperarse del ejercicio o simplemente mejorar su consumo diario de este nutriente esencial.

Cuando se trata del contenido proteico, el pecho de pollo lidera con comodidad.
Además, al contener prácticamente cero carbohidratos y muy poca grasa, la pechuga es ideal para planes alimenticios enfocados en el control calórico. Por eso es común que se la recomiende en dietas para deportistas, personas con sobrepeso o pacientes con enfermedades cardiovasculares.
Beneficios de la pechuga del pollo para el corazón
La directora del Centro de Dieta, Composición Corporal y Metabolismo de la Universidad de Vanderbilt, Heidi Silver, resalta que uno de los principales beneficios del pollo, especialmente la pechuga, es su bajo contenido en grasas saturadas (el tipo de grasa que puede elevar los niveles de colesterol malo en sangre). Reemplazar carnes procesadas o rojas por pollo puede contribuir a mejorar la salud cardiovascular, según numerosos estudios.
Además, esta carne magra contiene grasas saludables como el ácido oleico, que también está presente en el aceite de oliva, y pequeñas cantidades de omega 6, que son importantes para el funcionamiento celular y la regulación del sistema inmune.
Rica en vitaminas del complejo B

El pecho de pollo aporta una excelente fuente de vitaminas B3 y B6.
El pecho de pollo no solo aporta proteínas: también es una excelente fuente de vitaminas B3 y B6. Estos nutrientes son fundamentales para producir energía, mantener una buena salud cerebral y reforzar el sistema inmunológico. Además, ayudan en la síntesis de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que influyen en el estado de ánimo y el sueño.
Consumir esta parte del pollo de manera regular puede contribuir también a la formación de glóbulos rojos, la producción de ADN y el buen funcionamiento del metabolismo.
¿Cuál es la mejor forma de cocinarlo?
Para conservar los beneficios del pollo bajo en grasa, lo mejor es optar por métodos de cocción como el horneado, la parrilla o la freidora de aire. Evita empanados o frituras que añaden grasas innecesarias. Si es posible, elige opciones orgánicas: algunos estudios señalan que estos pollos pueden contener un perfil lipídico más saludable.

PUEDES VER: Científicos descubren “alimentos de oro” con potencial para combatir la diabetes y enfermedades crónicas
Y aunque el pecho de pollo es la opción más magra, los cortes más oscuros, como los muslos o las piernas, también tienen su valor nutricional, ya que contienen más hierro, zinc y vitamina B12. La clave está en el equilibrio y en adaptar las porciones a las necesidades personales.