El cerebro humano no es solo un receptor pasivo de estímulos visuales; es un procesador activo que interpreta y modifica lo que vemos en función de nuestras intenciones y objetivos. Un estudio reciente liderado por la neurocientífica Nuttida Rungratsameetaweemana, profesora adjunta en Ingeniería en Columbia University, ha revelado cómo las regiones visuales del cerebro ajustan dinámicamente nuestra percepción para facilitar tareas específicas.
Este hallazgo desafía la visión tradicional de que la percepción visual es un proceso estático y unidireccional, sugiriendo en su lugar una interacción más compleja entre la cognición y la percepción.
La corteza visual es más que un simple receptor
Tradicionalmente, se ha considerado que la corteza visual primaria y secundaria del cerebro simplemente procesan la información que llega desde los ojos. Sin embargo, la investigación de Rungratsameetaweemana y su equipo indica que estas áreas también desempeñan un papel activo en la interpretación de esa información, ajustando la percepción según las tareas o metas que tenemos en mente.

El cerebro humano es un procesador activo que interpreta y modifica lo que vemos en función de nuestras intenciones y objetivos.
Utilizando resonancia magnética funcional (fMRI), los investigadores observaron que la actividad cerebral variaba al categorizar formas visuales, evidenciando una flexibilidad perceptual notable.
En otras palabras, el cerebro no solo “ve” lo que está frente a los ojos, sino que modifica lo que percibimos según lo que estamos buscando, pensando o necesitando en ese momento.
Flexibilidad cognitiva y el cerebro que se adapta
La capacidad del cerebro para modificar su procesamiento visual según las demandas de la tarea es un ejemplo de flexibilidad cognitiva. Este tipo de adaptabilidad es esencial para realizar tareas complejas y cambiar de estrategia cuando es necesario.

La capacidad del cerebro para modificar su procesamiento visual según las demandas de la tarea es un ejemplo de flexibilidad cognitiva.
La investigación sugiere que la corteza visual no solo participa en la percepción pasiva, sino que también contribuye activamente a la categorización y diferenciación de objetos, especialmente cuando las fronteras entre categorías son difusas.
Implicaciones para la inteligencia artificial y la neurociencia
Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones significativas tanto para la neurociencia como para el desarrollo de inteligencia artificial. Comprender cómo el cerebro ajusta la percepción visual puede inspirar modelos de IA más flexibles y adaptativos. Además, este conocimiento podría mejorar nuestra comprensión de trastornos cognitivos como el TDAH, donde la flexibilidad cognitiva puede estar comprometida.