El desarrollo cerebral en niños y adolescentes es una etapa fascinante y, a la vez, decisiva para su bienestar futuro. Lejos de ser un proceso aleatorio, cada experiencia, emoción y hábito diario puede influir directamente en cómo se construyen sus conexiones neuronales.
Nazareth Castellanos, doctora en neurociencia y autora del libro El puente donde habitan las mariposas, plantea una propuesta poderosa: enseñarles a los niños a respirar de forma consciente no solo calma emociones, sino que literalmente modula el cerebro, fortaleciendo la atención, la memoria, el autocontrol y la resiliencia emocional.
Respirar bien es pensar mejor
Castellanos explica que la respiración tiene la capacidad de moldear las áreas del cerebro asociadas a la emoción, el estrés y la toma de decisiones. "El cuerpo puede ser un refugio para la mente", afirma la científica, que ha trabajado en instituciones como el King’s College de Londres y el Instituto Max Planck.

El desarrollo cerebral en niños y adolescentes es una etapa fascinante y, a la vez, decisiva para su bienestar futuro.
Desde la Fundación que lidera, están desarrollando protocolos científicos de respiración para introducir en las escuelas, permitiendo que los más pequeños accedan a una herramienta poderosa para autorregularse desde temprana edad.
Plasticidad cerebral y fuerza de voluntad
La plasticidad cerebral es la capacidad que tiene el cerebro de adaptarse y reorganizarse a partir de las experiencias. En niños y adolescentes, esta habilidad es aún más potente. Al brindarles recursos como la autoobservación y la respiración consciente, les estamos ayudando a formar redes neuronales más eficientes para la cognición, la memoria, la atención y la gestión emocional.
De igual manera, Nazareth propone no sobreproteger, sino enseñarles a cuidarse. La fuerza de voluntad se entrena con pequeñas decisiones diarias, como reconocer una emoción intensa y tomar una pausa para respirar. Esto no solo refuerza el autocontrol, sino que también genera autoestima y seguridad emocional.
Resiliencia emocional

La plasticidad cerebral es la capacidad que tiene el cerebro de adaptarse y reorganizarse a partir de las experiencias.
Incluso cuando un niño enfrenta dificultades, su cerebro puede adaptarse y salir fortalecido. Castellanos cita al psicólogo George Bonanno, quien sostiene que las referencias externas: como un maestro, un entrenador o un familiar, pueden ser claves para generar resiliencia y transformación positiva.
El impacto del adulto en el desarrollo infantil
Los padres y educadores tienen un rol fundamental, pero deben comenzar por entender su propio cerebro. “No podemos enseñar lo que no practicamos”, dice Castellanos. Si queremos que nuestros hijos respiren, observen y se cuiden, primero debemos hacerlo nosotros. Solo así se podrá crear una red de aprendizaje real entre generaciones.

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Un nuevo enfoque educativo
Según la experta, la educación del siglo XXI no puede limitarse a lo académico. Hay que enseñar a los niños a gestionar su mundo interno, y eso comienza por reconocer que el bienestar emocional es tan importante como la nutrición o el ejercicio físico.
Programas de respiración consciente, espacios de silencio en las aulas, y el ejemplo adulto son herramientas poderosas para que cada niño encuentre su propio equilibrio.