Las grasas trans son un tipo de grasa insaturada que ha sido sometida a un proceso industrial llamado hidrogenación, el cual consiste en añadir hidrógeno a aceites vegetales líquidos para volverlos más sólidos. Este proceso aumenta la estabilidad y prolonga la vida útil de los aceites, por lo que son ampliamente utilizados en la producción de alimentos procesados y horneados.

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Existen dos tipos principales de grasas trans:
- Grasas trans naturales: presentes en pequeñas cantidades en algunos productos de origen animal como la carne y los lácteos.
- Grasas trans artificiales: son las más preocupantes desde el punto de vista de la salud. Estas se obtienen mediante hidrogenación y están presentes en productos como margarina, alimentos fritos (como papas y snacks) y productos horneados comercialmente.
Riesgos de consumir grasas trans
Diversos estudios han demostrado que las grasas trans artificiales están relacionadas con múltiples problemas de salud. Uno de los principales efectos es el aumento del colesterol LDL o “colesterol malo”. Este desequilibrio lipídico aumenta considerablemente el riesgo de enfermedad coronaria.
Además, las grasas trans contribuyen a la inflamación crónica, común en muchas enfermedades degenerativas. También se ha observado una asociación con la diabetes tipo 2, lo que significa que su consumo habitual puede aumentar la resistencia a la insulina y el riesgo de desarrollar esta enfermedad metabólica.
Otros posibles efectos incluyen problemas de fertilidad, riesgo de enfermedad de Alzheimer y ciertas formas de cáncer, según indican estudios actuales.
Cómo eliminar las grasas trans
En primer lugar, para eliminar o reducirlas hay que leer las etiquetas de los productos. Si en la lista de ingredientes aparece el término “aceites parcialmente hidrogenados”, ese alimento contiene grasas trans, aunque el empaque diga lo contrario.
Evita el consumo frecuente de productos ultraprocesados, margarinas no especificadas y alimentos fritos industrialmente. Si necesitas usar margarina, opta por aquellas que estén claramente etiquetadas como “libres de grasas trans” o elaboradas con aceites vegetales no hidrogenados, como los de oliva o girasol.