El arándano es mucho más que una fruta pequeña y colorida. Diversos estudios, como los publicados por la Harvard T.H. Chan School of Public Health, destacan sus potentes propiedades antioxidantes, vitaminas y bajo contenido calórico. Consumir arándanos en la mañana no solo aporta energía, sino que también protege al organismo desde las primeras horas del día.
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Antioxidantes para empezar bien el día
Los arándanos son ricos en antocianinas, compuestos que combaten el estrés oxidativo y la inflamación. Según la National Library of Medicine, estos antioxidantes ayudan a proteger las células y mejorar la salud cardiovascular. Incluirlos en el desayuno potencia la actividad cerebral, mejorando la memoria y la concentración.
Si buscas controlar tu peso, el arándano es un aliado ideal. Su alto contenido de fibra promueve la sensación de saciedad y favorece la digestión, según la Fundación Española de la Nutrición (FEN). Además, su bajo índice glucémico ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre, evitando los picos de energía y los antojos matutinos.
Ya sea en batidos, yogur, avena o solo, incluir arándanos frescos en el desayuno puede marcar la diferencia en tu salud diaria.
La versatilidad del arándano abarca desde su presentación biológica hasta su uso gastronómico. Foto: composición GLR/difusión
¿Hay diferencias entre los arándanos cultivados y los silvestres?
Sí, hay diferencias clave entre los arándanos cultivados y los silvestres, tanto en sabor como en nutrientes. Los arándanos silvestres son más pequeños y tienen un sabor más intenso y ligeramente ácido, mientras que los cultivados suelen ser más grandes, jugosos y dulces.
Nutricionalmente, los silvestres destacan por tener una mayor concentración de antioxidantes, como las antocianinas, que ayudan a reducir la inflamación y el envejecimiento celular. Esta diferencia se debe a las condiciones naturales en las que crecen los silvestres, enfrentando climas más extremos que los fortalecen.
