El síndrome de fermentación o síndrome de autocervecería es una condición rara en la que el cuerpo humano produce alcohol internamente sin necesidad de ingerirlo. Este trastorno ocurre cuando ciertas levaduras en el intestino fermentan los carbohidratos consumidos, generando etanol en la sangre.
A pesar de lo inusual que parece, este síndrome ha sido documentado en diversas investigaciones, incluyendo estudios publicados en ACG Case Reports Journal y Best Doctors.

El síndrome de fermentación debe ser tratado por los especialistas. Foto: composición GLR/difusión
Cuando el cuerpo se convierte en una cervecería
Este trastorno es causado por un desequilibrio en la microbiota intestinal, que permite la proliferación de levaduras como la Saccharomyces cerevisiae y la Candida. Estas convierten los azúcares en alcohol, provocando niveles elevados de etanol en la sangre sin necesidad de consumo externo.
Según el artículo "Ebrio sin haber tomado", algunas personas han sido diagnosticadas con este síndrome después de mostrar signos de intoxicación sin haber bebido.

Imagen microscópica de la Saccharomyces cerevisiae. Foto: composición GLR/difusión
Las personas que padecen esta condición pueden enfrentar problemas legales y de salud graves. Un caso reciente, reportado por Los Tiempos, menciona a un conductor acusado de causar un accidente mortal que aseguraba no haber bebido, pero tenía alcohol en la sangre.
Sin un diagnóstico adecuado, estas personas pueden ser detenidas por conducir en estado de ebriedad o ser malinterpretadas en el ámbito social y laboral.
Desde el punto de vista médico, los afectados pueden experimentar fatiga, mareos, confusión y daño hepático a largo plazo. Es fundamental acudir a un especialista en gastroenterología o medicina interna si se presentan síntomas inexplicables de intoxicación.

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Diagnóstico y tratamiento
Para confirmar la presencia del síndrome de autocervecería, los médicos pueden solicitar pruebas de alcohol en sangre en ayunas y monitoreo dietético.
Los tratamientos incluyen:
- Uso de antifúngicos para reducir la población de levaduras intestinales
- Dietas bajas en carbohidratos y azúcares para evitar la fermentación
- Uso de probóticos para equilibrar la microbiota intestinal.